¡Buenos días! ¿Qué tal? Yo preparando la maleta para mis minivacaciones. Eso implica que esta es la última entrada que publico hasta mi regreso. Pero pronto estaré de vuelta así que no os preocupéis :). Estos días os dejo que no me visitéis. De verdad, sin rencor :-P
Como me despido por unos días voy a aprovechar para ponerme un poco pesada y escribir largo y tendido sobre otra de mis experiencias personales tras ser mamá. Concretamente os voy a hablar de mi experiencia con el porteo. ¡Allá voy!
Para las que no estéis familiarizadas con el tema, portear consiste en llevar a vuestro bebé "colgado" y pegado a vosotros, en lugar de transportarlo en carricoche. Aquí en Berlín el porteo está a la orden del día. Veo tantos bebés en carricoches, como en mochilas o portabebés. Sin embargo en España, aún son minoría los padres que portean a sus bebés (al menos cuando yo voy, en la calle veo muy poquitos niños en mochilas o fulares).
Como siempre, antes de que naciera Paula, yo tenía una opinión respecto al porteo. He de decir que siempre me pareció una idea bonita la de tener al bebé pegado y calentito junto a mí. Pero tenía mis dudas de lo que haría cuando Paula naciera. Sobre todo, porque tengo problemas de espalda ya desde antes de quedarme embarazada, y más de una vez he tenido que ir al fisioterapeuta por ello. Bueno, ¿y qué ocurrió? Pues que Paula nació. Nació y a pesar de tenerla entre teta y teta las 24 horas del día, dormir en nuestra cama, y darle muchos "brazos", Paula lloraba y lloraba. Los cólicos, decían. Yo estaba un poco frustrada, porque tras leer a Carlos González me había hecho a la idea de que los bebés que lloran tanto es porque los "cogen poco" o "no les dan toda la teta que quieren". Y yo a Paula no la soltaba y la tenía en el pecho todo el tiempo. Pero un día una amiga vino con el fular que usaba para portear a su niño, y lo probó con Paula. Y oye, ¡funcionó! Paula pasaba sus crisis mucho mejor apretadita contra mamá o papá. No es que fuera instantáneo, pero lloraba unos 5 minutos y al final se dormía. Sin embargo en brazos tardaba mucho más. Fijaos cómo sería la cosa que el día que mi amiga se llevó el fular porque lo necesitaba para su hijo, Carlos fue corriendo a comprar uno igual ese mismo día. Gracias a eso, pudimos sobrevivir a los dos primeros meses de Paula. Incluso comíamos y cenábamos juntos con Paula dormida en el fular. Un poco incómodo, pero en nuestra opinión, mejor que cenar a turnos. Así que ya veis, yo no empecé a portear porque me pareciera hermoso, ni porque creyera objetivamente que era lo mejor... empecé a portear por pura necesidad. Esa es la realidad.
Las ventajas del porteo, ahora que ya soy una experta, son muchas. En primer lugar a la niña le encanta (a la mía, claro... habrá que ver cada caso). El primer mes era para ella casi una necesidad estar apretada y pegada como si aún no hubiera salido de la barriguita. A día de hoy ya no es una necesidad, pero cuando está cansada y quejicosa, el fular la relaja. En segundo lugar, cuando ya no quiere teta, ni estar tumbada, y es inevitable llevarla en brazos, el fular hace que yo pueda seguir moviéndome por casa con ella encima pero teniendo los brazos libres. Así, por ejemplo, puedo escribir entradas como esta con Paula dormida encima, o doblar la ropa tendida (por poner un ejemplo). En tercer lugar, el fular es unisex... tanto papi como mami pueden usarlo y así el que no lo usa puede descansar. Y en cuarto lugar, y no menos importante, Paula y yo podemos bailar juntas. Cuando llora y no sé qué hacer, en lugar de perder los nervios, me pongo una canción que me guste (generalmente la bachata "tus besos" de Juan Luis Guerra) y... ¡a bailar juntas! Es cuestión de unos segundos que Paula se relaje y se deje llevar por el movimiento y la música... Me encanta cuando se queda dormida en el fular, a medio sonar una canción, sin llorar y sin quejarse. ¡Qué bonica es! ¿Queréis ver cómo bailamos? ¡Pinchad aquí!
¿Y cuáles son las desventajas? Pues os podéis imaginar... salir a la calle con la niña en la mochila, con una bolsa llena (de pañales, ropa de recambio, toallitas...) y con mi bolso... es bastante cansado. Y más en mi caso que tengo la espalda fastidiada. Sí, con el fular la espalda me duele menos que llevándola en brazos, pero está claro que me dolería menos la espalda si Paula fuera en su carricoche en lugar de en la mochila portabebés. ¿Más desventajas? No hay, creo.