Ya está, ya está. Al fin tengo un ratito para volver al blog.
Los que vivimos fuera de nuestra tierra, en general, esperamos la Navidad con muchas ganas. Es una de las pocas épocas del año en las que sabes seguro que vuelves a casa. Y entre unas cosas y otras, y a pesar de haber hecho muchas cosas, no he tenido tiempo para contarlas.
Ahora ya estoy de vuelta en Berlín. En mi Berlín nevado. Ya he comenzado mi curso de alemán en el Goethe-Institut (¡falta me hacía!) y soy capaz de presentarme, decir donde vivo y preguntarte tu nombre en alemán. Y un par de cosas más, vaya. Me encanta mi profesor porque se hace entender a pesar de que no hablemos el mismo idioma, pero no me pidáis que pronuncie su apellido (¿Jacek Iwaszkiewicz?). Me levanto por las mañanas con ganas de llegar a clase y aprender algo nuevo. Y también con mucho sueño, claro. Paso las tardes haciendo mis Hausaufgaben, y cuando me sobra tiempo hago tartas, leo blogs, y me doy duchas muy calientes. Qué frío hace en Berlín. Estoy usando día y noche la bolsa de agua caliente que me trajeron los reyes magos, y que creí que no utilizaría nunca.
Los días pasan rápido quedando con los amigos los fines de semana, viendo crecer al pequeñajo de Estela, aprendiendo a decir algo nuevo en alemán cada día, conociendo a mis nuevos compañeros del curso, viendo la trilogía del Señor de los Anillos mientras ceno con Carlos, y descubriendo el nuevo disco de Alejandro Sanz.
Volveré. Por ahora os enseño la nueva cajita para tés, al menos yo la uso para eso :-P, que nos han traído los reyes magos argentinos.